Hoy hablé con José y me dijo que mis archivos se pueden recuperar sin problema. Me quedé tranquila. Pensé que había perdido todo.
De tarde vino Lauti. Jugamos. Nos escondimos del león en una casa –debajo de la mesa- miramos por las ventanas vigilando, cuando lo vimos venir sacamos las espadas de las cartas españolas y las giramos enfrentando al león y haciéndolas zumber para defendernos. No lo matamos porque a Lauti le dio pena. A mí, no.