Llegamos a la chacra a eso de las 8, de noche. Y hacía frío. La casa estaba fría y nos dedicamos a prnder estufas, y, por supuesto, a inaugurar la salamandra. Anduvo bárbaro, calentó pilas. El problema fue cuando se empezó a quemar la pintura, y se llenó todo de humo negro y espeso, con olor feo, acre y fuerte. Tuvimos que abrir todo para ventilar hasta que la pintura se terminó de quemar.